Mi experiencia en el cuidado de niños comenzó cuando estaba en Once (ultimo año escolar). Ayudaba en una clase de niños, y mis tareas principales eran ayudarles a organizar sus materiales para clase, como rotuladores, libros o guardar sus mochilas. También ayudaba a los niños con actividades como escribir los deberes en la agenda o completar actividades de dibujo del abecedario. Poco después, durante mi último año de secundaria, hice trabajo social en una fundación que se ocupa de niños con necesidades especiales. En la fundación, ayudaba a doblar y organizar la ropa de los niños por las mañanas y luego les ayudaba con actividades funcionales destinadas a estimular el movimiento según su estado. También participé en actividades artísticas como dibujo y pintura, más educativas para ayudarles a identificar vocabulario. Además de mi tiempo allí, cuidaba de los bebés (de 1 a 2 años), jugando con juguetes y juegos acompañados de canciones, leyéndoles cuentos y dándoles el desayuno y la comida. A la hora de la siesta, tenía que organizar la habitación, colocando a algunos bebés en sus cunas, mientras que otros preferían dormirse en la mecedora escuchando melodías o cuentos, para que sintieran mi presencia. Aunque cada día era diferente, como llegaba pronto por la mañana, podía ayudar a diario tanto con los niños pequeños como con los bebés.
En la actualidad, suelo cuidar de mis primos pequeños, ayudándoles con sus deberes, que suelen consistir en la comprensión de cuentos cortos, actividades artísticas como dibujar con el abecedario, lo que les ayuda en su proceso de lectura. También cocino con mi primita Gaby, que está muy interesada en la repostería, y hemos empezado con galletas y brownies. A Sammy, que le encanta el fútbol, aunque no soy la mejor, lo acompaño a algunas clases y a menudo practicamos juntos. Por supuesto, también juego con ellos, ya que son increíblemente creativos y les encanta contarme todo sobre sus juguetes y sus días. Siempre que no tienen deberes, vamos al parque.