He tenido la alegría de trabajar con niños a través de un proyecto de la YMCA (una organización global sin fines de lucro que promueve el desarrollo personal y comunitario mediante actividades educativas, sociales y recreativas), donde creamos un espacio seguro y lúdico —algo así como una guardería, a veces— para niños y adolescentes de una institución local tras la pandemia. Para muchos de ellos, el hogar no siempre fue un lugar seguro ni viable, así que construimos un lugar donde pudieran reír, descansar y simplemente estar. Esa experiencia me enseñó mucho sobre la presencia, la confianza y el poder silencioso de simplemente estar ahí para alguien.

Para mí, ser au pair no se trata solo de cuidar niños, se trata de compartir la vida. Es una forma de adentrarme en otra cultura desde dentro, no solo a través de los ojos de un turista, sino viviéndola día a día, con presencia, humildad y cariño. No busco una experiencia transaccional, sino un vínculo genuino: formar parte de una familia donde crezcamos juntos con amabilidad y respeto.

Veo esta experiencia como un puente: una oportunidad para conectar con otros, aprender cómo vive y ama la gente en todo el mundo y, a cambio, ofrecer lo mejor de mí. También es un paso significativo hacia un objetivo más amplio: cursar mi máster en el extranjero, seguir ampliando mi visión como periodista y seguir cultivando la curiosidad y la empatía que hacen que la vida realmente valga la pena. Quiero creer que no pido demasiado, y espero que tampoco sea demasiado ingenua. Claro que me lo tomo en serio (mis padres son bastante cautelosos, sobre todo con todo lo que oímos sobre el mundo últimamente), es algo que realmente quiero hacer.

Al principio, me imaginaba como au pair en algún lugar del Mediterráneo, un lugar que visité durante unas vacaciones familiares que me marcó. Pero ahora, me siento abierta a donde la vida me lleve. Me encantaría estar en un lugar lleno de historia, historias y carácter, un lugar que invite a pasear, aprender y a la silenciosa admiración. Supongo que me atraen los lugares con alma.

Más que nada, espero unirme a una familia que disfrute compartiendo comidas de vez en cuando, a la que no le importe que ayude con algo que se me dé bien, y que valore la calidez, no de forma abrumadora, sino amable. Me encantaría intercambiar historias de vida, compartir consejos, emprender pequeñas aventuras o explorar los alrededores si tienen tiempo, y crear espacio para la risa en la vida cotidiana.