Estando en Francia, donde tuve mi primera experiencia como Au Pair rusa, disfruté del tiempo con mi familia de acogida y sus hijos. También aprendí muchas palabras y frases en francés. Me fascinaba la cocina francesa, a menudo invitábamos a los huéspedes y éramos huéspedes en otras casas.

Probablemente lo primero que noté fue la forma en que mi familia me acogió. Me aceptaron como un miembro de la familia, como una hermana mayor. Por supuesto, me llevó unos días adaptarme a ese nuevo lugar, pero fue absolutamente natural. La familia en Francia me ayudó a empezar a hablar francés, me transmitió su cultura, y mientras tanto yo ayudaba a sus hijos a aprender nuevas palabras en inglés, a veces hablándoles de Rusia.

En España tuve la suerte de vivir con una familia hispano-letona, donde la madre de los niños hablaba muy bien el ruso (mi lengua materna). Allí viví en la ciudad más hermosa en mi opinión, San Sebastián. Mucha gente en España habla muy bien el inglés y por eso conocí a mucha gente allí, que también descansaba o venía como turista. Me comunicaba con los niños de esta familia en ruso, para que aprendieran nuevas palabras y expresiones. Además, también aprendí y practiqué un poco de español, pero más a menudo hablaba con el padre de los niños en inglés.

Pasé unos tres meses en esta ciudad y fue suficiente para pasarla muy bien, esto me resultó muy útil para aprender un nuevo idioma, para conocer la cultura española, para conocer gente nueva y para viajar mucho.

Estoy tremendamente feliz de haber pasado este tiempo con esos niños y con las familias. Es una experiencia que quiero que todos los jóvenes vivan. Una experiencia que cambiará su forma de pensar y que aportará grandes cambios a su vida. Una vez que te arriesgas, puedes ser feliz de por vida.