He pasado siete años cuidando niños, desde calmar bebés hasta enseñar álgebra a adolescentes. Empecé a cuidar niños a los quince; pronto me convertí en la ayudante de confianza en las reuniones de juegos del barrio y en la tutora de lectura en una escuela primaria. Durante los veranos, dirigía actividades de campamentos de día: carreras de obstáculos, ciencias sencillas y círculos de cuentos, que mantenían a treinta niños riendo y aprendiendo. El voluntariado en centros comunitarios me enseñó a adaptarme a diversos estilos de aprendizaje y a priorizar la seguridad. Mis estancias internacionales (seis meses en Alemania y dos en Estados Unidos) demostraron que puedo adaptarme rápidamente, respetar las normas de la casa y comunicarme entre culturas. Servir en el extranjero como Au Pair y Niñera multiplica el aprendizaje: los niños aprenden nuevos idiomas sin esfuerzo y yo experimento tradiciones y valores que no se ven en los libros de texto. Vivir con una familia anfitriona me permite brindar un apoyo cariñoso, a la vez que ofrezco a tus hijos un puente hacia la cultura mexicana y una compañera entusiasta en su curiosidad.